La luna reúne su energía en la noche, en el Yin de la vida, regula las mareas y lleva a las almas a su encuentro onírico, donde se unen y nadan sincronizadas en sus aguas, se funden en una sola, que la hace brillar, y la luna es plena, cuando de almas se llena.
El bambú despierta una consciencia que no está dormida, está latente, como el Sol cuando es de noche, no lo ves, pero lo sientes en la luna, en las mareas, en la energía Yin que tiene un brillo de almas, para luego despertar al Yan. Y el bambú con la Luna baila, la llama creciendo hacia ella en su despertar, como almas, que cuando escuchan la llamada, a la luz anhelan regresar. Hasta que amanezca de nuevo, la luna les guía, donde brillan armonizados en la oscuridad, como la hierba alta, en un mar verde lunar.
Es un árbol Yogui. El bambú espera, vigilante, reservando energía, una potencialidad, una genialidad de la naturaleza, cuando germina crece rápidamente, en equilibrio de resistencia y flexibilidad. El alma despierta en el nuevo amanecer, entre la niebla de la nubes que acarician el bambú, bañado en dualidad, la Luz de la Noche y el día, el Yin y el Yan, cuyos astros iluminarán, por toda la eternidad.